El aceite de oliva está compuesto principalmente por ácido oléico, que permanece estable sin descomponerse como otros aceites (canola o soja) durante el calentamiento, manteniendo sus propiedades y solo otorgando al alimento su aroma y sabor característico.
En general, en la fritura, el aceite debe mantenerse a una temperatura máxima de 180 °C.